jueves, 29 de septiembre de 2016

Creación IV


Creo que todos los miembros de la Iglesia alguna vez hemos tenido que cruzarnos con personas que, por no compartirlas, deciden atacar nuestras creencias aun cuando no las conocen muy bien. Ya sean miembros de otras iglesias o personas ateas, me ha tocado defender lo que creo y notar que, el fanatismo no respeta edades, estratos o credos.

Sin embargo, los ataques y las burlas son mayores cuando decido contar que no como carne. Lo peor es que estos ataques vienen incluso de otros miembros de la Iglesia. Hace poco me pasó en Facebook que una hermana deliberadamente atacó mis ideas y cuando las defendí, se enojó y me borró de su lista de amigos. La discusión habrá durado sólo media hora, pero durante ese tiempo, no pudo darme un solo argumento. Simplemente ella cree que DEBEMOS comer carne “porque sí” y se ofenderá con cualquiera que intente demostrarle lo contrario.

¿Han notado que muchas veces seguimos ciegamente ciertas tradiciones sin saber exactamente por qué lo hacemos? Y peor aún, nos ofende que otro pueda demostrar que estamos equivocados. No es algo nuevo, recordemos que el problema de la incredulidad de los lamanitas venía por las tradiciones de sus padres.*1

Obviamente no quiero acusar de inicuos a nuestros padres, sino que mi intención es que nos detengamos a pensar por qué hacemos lo que hacemos. ¿Qué es lo que motiva mis actos? ¿Cuál es mi objetivo al actuar de determinada manera?

Por ejemplo: ¿por qué oro a Dios? ¿Por costumbre, porque mis padres me lo dijeron o porque realmente siento el deseo de comunicarme con mi Padre? O vayamos a un tema más trivial: ¿por qué me visto de determinada manera? ¿Para llamar la atención, para imitar a los demás o porque deseo cuidar el cuerpo que mi Padre me dio?

Me ha pasado que al hablar de estos temas personas me dicen: no hay que meter la religión en todo o las escrituras no tienen nada que ver, pero como dijo el Señor al profeta José Smith: “…para mí todas las cosas son espirituales”*2, de modo que no importa cuán trivial parezca un tema, de alguna u otra forma terminará acercándonos o alejándonos espiritualmente de nuestro Padre.

Yo quisiera preguntarle a quienes comen carne: ¿Por qué razón lo hacen? ¿Realmente lo necesitan?
Todo lo que hacemos tiene una huella sobre nuestro cuerpo y sobre nuestro espíritu. Para que las huellas espirituales que dejamos sean positivas, el Señor nos ha dado profetas, apóstoles, escrituras, revelación… Quisiera compartir algunas escrituras que hablan específicamente sobre el consumo de carne.

Cuando Noé y su familia llegaron a tierra, el Señor les hizo una advertencia: “Y ciertamente no se derramará la sangre, sino únicamente para alimento y para preservar vuestras vidas; y la sangre de todo animal demandaré de vuestras manos.” *3

Ya en los últimos días, el Señor le reveló al Profeta José Smith:” ¡Ay de aquel que vierte sangre, o desperdicia carne, no teniendo necesidad!” *4

“Sí, también la carne de las bestias y de las aves del cielo, yo, el Señor, he dispuesto para el uso del hombre, con acción de gracias; sin embargo, han de usarse limitadamente; y a mí me complace que no se usen, sino en temporadas de invierno, o de frío, o hambre.” *5

Es curioso cuán fácilmente olvidamos estas escrituras, pero siempre está el que recuerda que: “Y quien manda abstenerse de la carne, para que el hombre no la coma, no es ordenado por Dios.” *6

Ciertamente el Señor no prohíbe el consumo de carne. Sin embargo es necesario analizar lo que dice, por ejemplo: la ley de castidad no prohíbe a las personas tener relaciones sexuales, pero nos dice cuando es lícito tenerlas: cuando un hombre y una mujer están legítima y legalmente casados. Asimismo, el Señor no prohíbe comer carne, pero nos dice cuándo es lícito comerla: “en temporadas de invierno, o de frío, o hambre”*7 y nos advierte: “¡Ay de aquel que vierte sangre, o desperdicia carne, no teniendo necesidad!”*8

En tiempos como los que vivimos en los que hay gran abundancia de alimentos, ¿Comemos carne sólo por necesidad o lo hacemos por simple gusto? ¿Sabemos cuánto sufrimiento hay detrás del gusto que nos damos yendo a Mc Donalds o KFC? ¿Somos conscientes de que al pagar para que se torture y asesinen sistemáticamente millones de animales al año, somos responsables por esas vidas?



Al igual que nosotros, los animales tienen la capacidad de sentir. Que les demos el mote de “animales de granja” y que afirmemos ciegamente que fueron hechos para eso no los hace menos sensibles al dolor.

El presidente George Q. Cannon dijo: “Estas aves, animales y peces no pueden hablar, pero pueden sufrir y nuestro Dios, que los creó, conoce ese sufrimiento y hará responder por ello a quien lo provoque innecesariamente. Es un pecado contra Su Creador.” *9  Tanto si matamos sin necesidad o si pagamos a otro para que lo haga, somos responsables del sufrimiento causado. Provocar dolor a un animal inocente es un acto de maldad y recordemos las palabras de Alma: “La maldad nunca fue felicidad” *10




NOTAS:

*1 Mos. 1:5                                         *5 D. y C. 89:12-13
*2 D.yC. 29:34                                    *6 D.yC. 49:18
*3 TJS Gén. 9: 11                                *7 D.yC. 89:13
*4 D.yC. 49:21                                     *8 D.yC. 49:21
*9 George Q. Cannon, Gospel Truth seleccionado, organizado, y editado por L. Jerreld Newquist
*10 Alma 41:10


Ver también: Creación I - V

No hay comentarios:

Publicar un comentario