Creo que
todos los miembros de la Iglesia alguna vez hemos tenido que cruzarnos con
personas que, por no compartirlas, deciden atacar nuestras creencias aun cuando
no las conocen muy bien. Ya sean miembros de otras iglesias o personas ateas,
me ha tocado defender lo que creo y notar que, el fanatismo no respeta edades,
estratos o credos.
Sin embargo,
los ataques y las burlas son mayores cuando decido contar que no como carne. Lo
peor es que estos ataques vienen incluso de otros miembros de la Iglesia. Hace
poco me pasó en Facebook que una hermana deliberadamente atacó mis ideas y
cuando las defendí, se enojó y me borró de su lista de amigos. La discusión
habrá durado sólo media hora, pero durante ese tiempo, no pudo darme un solo
argumento. Simplemente ella cree que DEBEMOS comer carne “porque sí” y se
ofenderá con cualquiera que intente demostrarle lo contrario.
¿Han notado
que muchas veces seguimos ciegamente ciertas tradiciones sin saber exactamente
por qué lo hacemos? Y peor aún, nos ofende que otro pueda demostrar que estamos
equivocados. No es algo nuevo, recordemos que el problema de la incredulidad de
los lamanitas venía por las tradiciones de sus padres.*1
Obviamente no
quiero acusar de inicuos a nuestros padres, sino que mi intención es que nos
detengamos a pensar por qué hacemos lo
que hacemos. ¿Qué es lo que motiva mis actos? ¿Cuál es mi objetivo al
actuar de determinada manera?
Por ejemplo:
¿por qué oro a Dios? ¿Por costumbre, porque mis padres me lo dijeron o porque
realmente siento el deseo de comunicarme con mi Padre? O vayamos a
un tema más trivial: ¿por qué me visto de determinada manera? ¿Para llamar la
atención, para imitar a los demás o porque deseo cuidar el cuerpo que mi Padre
me dio?
Me ha pasado
que al hablar de estos temas personas me dicen: no hay que meter la religión en
todo o las escrituras no tienen nada que ver, pero como dijo el Señor al profeta José Smith: “…para mí todas
las cosas son espirituales”*2, de modo que no importa cuán trivial
parezca un tema, de alguna u otra forma terminará acercándonos o alejándonos
espiritualmente de nuestro Padre.
Yo quisiera
preguntarle a quienes comen carne: ¿Por qué razón lo hacen? ¿Realmente lo
necesitan?
Todo lo que
hacemos tiene una huella sobre nuestro cuerpo y sobre nuestro espíritu. Para
que las huellas espirituales que dejamos sean positivas, el Señor nos ha dado
profetas, apóstoles, escrituras, revelación… Quisiera compartir algunas
escrituras que hablan específicamente sobre el consumo de carne.
Cuando Noé y
su familia llegaron a tierra, el Señor les hizo una advertencia: “Y ciertamente no se derramará la sangre,
sino únicamente para alimento y para preservar vuestras vidas; y la sangre de
todo animal demandaré de vuestras manos.” *3
Ya en los
últimos días, el Señor le reveló al Profeta José Smith:” ¡Ay de aquel que vierte sangre, o desperdicia carne, no teniendo
necesidad!” *4
“Sí, también la carne de las bestias y de
las aves del cielo, yo, el Señor, he dispuesto para el uso del hombre, con
acción de gracias; sin embargo, han de usarse limitadamente; y a mí me
complace que no se usen, sino en temporadas de invierno, o de frío, o
hambre.” *5
Es curioso
cuán fácilmente olvidamos estas escrituras, pero siempre está el que recuerda
que: “Y quien manda abstenerse de la
carne, para que el hombre no la coma, no es ordenado por Dios.” *6
Ciertamente
el Señor no prohíbe el consumo de carne. Sin embargo es necesario analizar lo
que dice, por ejemplo: la ley de castidad no prohíbe a las personas tener
relaciones sexuales, pero nos dice cuando es lícito tenerlas: cuando un hombre
y una mujer están legítima y legalmente casados. Asimismo, el Señor no prohíbe
comer carne, pero nos dice cuándo es lícito comerla: “en temporadas de invierno, o de frío, o hambre”*7 y nos
advierte: “¡Ay de aquel que vierte
sangre, o desperdicia carne, no teniendo necesidad!”*8
En tiempos como
los que vivimos en los que hay gran abundancia de alimentos, ¿Comemos carne
sólo por necesidad o lo hacemos por simple gusto? ¿Sabemos cuánto sufrimiento
hay detrás del gusto que nos damos yendo a Mc Donalds o KFC? ¿Somos conscientes
de que al pagar para que se torture y asesinen sistemáticamente millones de animales al año,
somos responsables por esas vidas?
Al igual que
nosotros, los animales tienen la capacidad de sentir. Que les demos el mote de
“animales de granja” y que afirmemos ciegamente que fueron hechos para eso no
los hace menos sensibles al dolor.
El presidente
George Q. Cannon dijo: “Estas aves, animales y peces no pueden hablar, pero
pueden sufrir y nuestro Dios, que los creó, conoce ese sufrimiento y hará
responder por ello a quien lo provoque innecesariamente. Es un pecado contra Su
Creador.” *9 Tanto si matamos
sin necesidad o si pagamos a otro para que lo haga, somos responsables del
sufrimiento causado. Provocar dolor a un animal inocente es un acto de maldad y
recordemos las palabras de Alma: “La maldad nunca fue felicidad” *10
NOTAS:
*1 Mos. 1:5 *5 D. y C. 89:12-13
*2 D.yC. 29:34 *6 D.yC. 49:18
*3 TJS Gén. 9: 11 *7 D.yC. 89:13
*4 D.yC. 49:21 *8 D.yC.
49:21
*9 George Q. Cannon, Gospel Truth seleccionado,
organizado, y editado por L. Jerreld Newquist
*10 Alma 41:10
Ver también: Creación I - V