viernes, 9 de septiembre de 2016

Creación II


“El trato que el hombre ha dado a los animales ha variado desde la adoración hasta la crueldad pura. ¿Cuál es en realidad la voluntad de nuestro Padre Celestial con respecto a los animales?” *1

Por alguna razón, los seres humanos somos mucho más prestos a llenarnos de orgullo, a ser crueles, a ser vanos, que misericordiosos, humildes y compasivos. Es esa tendencia la que hace que nos sintamos dueños de la vida de los demás seres vivos que viven junto a nosotros sobre la tierra.

El Señor le dijo a Adán que “señoreara sobre la creación” y con el pasar del tiempo, la interpretación que se dio fue que el Hombre era libre de destruir las creaciones. Personalmente creo que el mandamiento fue: Sed con mis creaciones, como yo, el Señor, soy con vosotros.

Por esta razón, Él instruyó a Su pueblo para que fueran compasivos con los animales, aunque estos pertenecieran a sus enemigos. Él dijo: “Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo.

Si ves el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿lo dejarás entonces desamparado? Sin falta le ayudarás a levantarlo.” *2

Cuando reveló a Moisés los 10 mandamientos, recordó decirle que los animales también debían descansar durante Su día*3.

El sabio Rey Salomón dijo: "El justo cuida de la vida de su bestia; mas el corazón de los impíos es cruel"*4

Soy de la idea de que cuando despreciamos a las creaciones del Señor, despreciamos también a las manos que las crearon. Resulta fácil ser bueno con quien puede agradecernos o restituirnos, pero los animales no pueden darnos las gracias, ellos no hablarán bien de nosotros con los demás, no le harán saber a nadie que hicimos una obra de bien. Por eso para algunos, ser buenos con los animales no vale la pena. Ni siquiera consideran que su vida sea importante.

Me gusta mucho la historia que cuenta el profeta José Smith sobre un episodio que ocurrió en el Campo de Sión: “Mientras armaba mi tienda, hallamos tres víboras de cascabel que los hermanos estaban a punto de matar, pero yo les dije: ‘¡Dejadlas; no les hagáis daño! ¿Cómo podrá perder la serpiente su veneno, si los siervos de Dios tienen la misma disposición y siguen combatiéndola? El hombre tiene que tornarse inofensivo para que los animales puedan hacerlo; y cuando el hombre abandone su disposición destructora y cese de destruir al reino animal, entonces el león y el cordero podrán vivir juntos y el niño de teta podrá jugar con la serpiente sin que ésta le haga daño.’ Los hermanos alzaron las serpientes cuidadosamente con palos y las llevaron al otro lado del arroyo. Exhorté a los hermanos a no matar ninguna serpiente, ave o animal cualquiera, durante nuestro viaje, a menos que se hiciera necesario para satisfacer el hambre” *5

Mi segunda área de la misión se encontraba en tierra caliente. Así le llaman en Colombia a las áreas donde las temperaturas son altas durante todo el año. Por ser una zona donde hacía calor, proliferaban los animales, muchos de ellos extraños para mí. Especialmente me resultaban molestas las hormigas. Recuerdo especialmente tres tipos: unas muy grandes que comían todo lo que había alrededor, a las que vi como durante días destruyeron un árbol entero. Había unas medianas, que eran las que solemos ver en todas partes y unas muy pequeñitas que entraban en la casa y se comían todo lo que uno dejara fuera de la heladera. Yo estaba harta de las hormigas y no tenía reparo en matarlas.
Un día, pisé varias hormigas al tiempo que decía: “¡Qué bichos tan asquerosos!”. Un misionero que me escuchó me dijo: “Hermana, esos bichos que a usted le parecen asquerosos, cumplen la medida de su creación”.

En ese momento vi a esos animales de una forma diferente. Me arrepentí de haberlas matado, ya que ellas, a diferencia de mí hacían exactamente aquello que el Padre les había mandado.

Los animales tienen un propósito en esta vida. Son espíritus y tendrán un lugar en presencia de Dios. El profeta José Smith reveló: "Alguien dirá: No puedo creer en la salvación de los animales. Cualquiera que os dijere que esto no puede ser, también os dirá que las revelaciones no son ciertas. Juan oyó las palabras de los animales que glorificaban a Dios, y las entendió. Dios, que hizo las bestias, puede entender todo lo que éstas hablen. Los cuatro animales que Juan vio eran cuatro de los animales más nobles que habían cumplido la medida de su creación, y habían sido salvos de otros mundos, porque eran perfectos: eran como ángeles en su propia esfera. No nos es dicho de dónde vinieron, ni yo lo sé; pero Juan los vio, y los oyó alabando y glorificando a Dios"*6

Los animales serán salvos porque no tienen maldad. Difícilmente nosotros podamos serlo mientras seamos crueles con ellos.



NOTAS
*1 Gerald E. Jones. El Evangelio y los animales. Liahona, Junio, 1973.
*2 Éxodo 23:4-5
*3 Éxodo 20:10
*4 Prov. 12:10
*5 Enseñanzas del Profeta José Smith
*6 Enseñanzas del Profeta José Smith


Leer también Creación I - V





No hay comentarios:

Publicar un comentario